FS11 - Desterrar palabras
Esforzarnos en conocer el significado de las palabras y elegir con precisión aquellas que nos hagan mejores. Para guiarnos a nosotros mismos.
¡Hola! Soy Salvador Serrano. co-CEO de mendesaltaren. En los últimos años he ayudado a decenas de empresas a crear sus marcas y productos digitales. Mientras tanto, hemos hecho crecer mendesaltaren hasta lo que es hoy.
En este lugar, comparto mis impresiones sobre diseño, liderazgo, personas y cultura.
Es lunes 8 de mayo y acabamos de recibir un correo rechazando una propuesta de proyecto. En ese momento, se vivía un ambiente de cierto nerviosismo, ya que estábamos trabajando en prepararnos para el verano y estaba costando cerrar las propuestas.
Rachas. Los que trabajen en servicios seguro que me entienden.
Horas antes, había sugerido darle un toque al cliente por whatsapp. Cuando crees que algo se va a caer esa es la última salida. Por si hubiese algo que ajustar o discutir por vía directa y así inclinar la balanza en el último momento. No habían contestado al último correo. Tenía toda la pinta de que estaban cerrando con otro proveedor y no nos querían decir nada hasta tenerlo 100% atado. Pero estaba claro que iba a ser un no. Con los años aprendes a reconocer estos patrones y sueles acertar en tus predicciones.
Al rato, llegó el No. Mi compañera se apresuró a asumir la responsabilidad. “La culpa es mía”. Yo había insistido bastante en acercarnos al cliente por whatsapp las últimas semanas, pero el equipo no me había escuchado.
Odio la palabra culpa. La culpa es para el pecado.
Hace años leí un artículo que hablaba de no usar esa palabra. Traté de hacerlo inmediatamente. Le dije a mi compañera una frase que he repetido bastantes veces. “No hablemos de culpa. La culpa es para el pecado”.
Repasando mis mensajes, sí que la uso en muy raras ocasiones. No la he eliminado del todo. Pero sin duda la utilizo menos que hace unos años. Pienso que determinadas palabras, con su pesada carga simbólica, con su sombra alargada, es mejor desterrarlas de determinados ambientes.
Si repasamos la RAE, se extraen algunas acepciones que creo me van a ayudar a centrar mi argumento:
1. f. Imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta.
2. f. Hecho de ser causante de algo. La cosecha se arruinó por culpa de la lluvia.
Culpa teológica
1. f. Rel. Pecado o transgresión voluntaria de la ley de Dios
Para mí, la culpa invita al dolor, a veces a la expiación y en el mejor de los casos a la reparación. Pero no invita a la mejora. No propone un cambio y, cuando lo hace, es más por evitar el dolor futuro que por mejorar la circunstancia inicial.
En muy contadas ocasiones siento que el dolor, la expiación, o la reparación puedan ser útiles en un ambiente laboral. Lo útil es responsabilizarse de la situación, analizarla y mejorar. Para que en el futuro la misma no se repita, se amortigüe o se atenúe su efecto.
Se habla mucho en diseño evitar el me gusta. Al pronunciar esas palabras, le damos a la subjetividad una autoridad que no merece.
¿Significa eso que los gustos personales no formen parte de una decisión? Por supuesto que no. La subjetividad participa siempre. Incluso en aquellas resoluciones de apariencia más racional. Pero al incluir me gusta en un proceso de diseño, al sentarlo en la mesa, le damos una legitimidad que no debería tener. Reconozco que en este caso, sí que soy un poco culpable.
Otra de esas palabras es calidad. Pecador de nuevo. Pero cada vez más me esfuerzo en evitarla. El problema con la calidad es que es demasiado amplia. No permite definir exactamente la cualidad. Está claro que cuando vemos un producto de calidad somos capaces de ponernos de acuerdo. Pero, ¿no es acaso una suerte de sensación? En mi opinión, esforzarse por sacar la calidad de la ecuación, para esforzarte en desgranar aquellos aspectos que harán que se perciba de esa manera es una fórmula profesionalmente mucho más interesante.
Hablar del acabado y la atención al detalle, de la fluidez de las interacciones, de la naturalidad de las decisiones que un usuario debe tomar, de la narrativa intrínseca de la elección de palabras, de las referencias visuales que transmiten un determinado universo, alineado con la marca. Es mucho más descriptivo y permite que la imagen mental que nuestro interlocutor se cree sea más exacta. Cuando hablamos de calidad, uno podría imaginar Jamón York Extra y otro persona una película de Billy Wilder. Es un rasgo demasiado inespecífico.
“Hoy pretendo invitarte a reflexionar sobre qué palabras te están limitando. Lo que te propongo es que nos esforcemos en conocer los significados, y elegir con precisión aquellas que nos hagan mejores. Desterrar las que no nos aporten. Ya sea porque expresan matices equívocos o por llevarnos a terrenos emocionales indeseables“.
Por último un pequeño torpedo a la profesión. Llamo al estrado a la creatividad. Qué pereza que nos hayamos adueñado de esa palabra.
Ser creativo es un rasgo humano. En su definición en castellano, es la “capacidad o facilidad para inventar o crear”. Aplicarla al diseño es solo una de sus infinitas derivadas. Mi abuelo no diseñó nada en su vida pero construyó cabañas, inventó todo tipo de trucos para sobrevivir en una España miserable (narrados a partir de sus memorias en la novela de Pedro Amorós “La extraña victoria”). Cada navidad se afanaba en crear un belén hiper-realista en su jardín, mejorándolo año a año. Imaginó cuentos con personajes tan variopintos como Rex -el perro policía- o el malvado Oddjob, villano de la película de James Bond “Goldfinger” que cortaba cabezas con su sombrero. Narró a sus nietos noche tras noche una historia con otra, temporada a temporada, capítulo a capítulo. Era una persona altamente creativa.
La creatividad debería ser intrínseca al diseño, como lo debería ser a todas las profesiones (llamadme idealista). Como diseñadores, más que creativos, que eso lo somos todos, deberíamos esforzarnos un poco más en entender y hablar de negocios. Seguramente nos iría un poco mejor.
Siento que hoy estoy quemando varias potenciales ediciones. Pero me da igual, si más adelante me apetece profundizar en alguna de ellas no tendré reparo alguno en hacerlo.
En el fondo hoy pretendo invitarte a reflexionar sobre qué palabras te están limitando. Culpa, Calidad, Me gusta o Creatividad son solo un ejemplo. Una excusa. Lo que te propongo es que nos esforcemos en conocer su significado, y elegir con precisión aquellas que nos hagan mejores. Desterrar las que no nos aporten. Ya sea porque expresan matices equívocos o por llevarnos a terrenos emocionales indeseables. Reflexionar y crear nuestra propia manera de expresar y de pensar. Para transmitir mejor nuestros mensajes. Para guiarnos a nosotros mismos.
Gracias por leer Fundamentos Serrano.
Hasta aquí el fundamento de hoy. Si te ha gustado, no olvides darme un ❤️ y compartirla con quien consideres. Si tienes algún comentario, lo que sea, te invito a conectar conmigo en redes y dejarme tus impresiones.
Ser preciso en el uso de las palabras y consciente de sus significados es un rasgo que distingue a quien verdaderamente conoce del charlatán. Felicidades por tu reflexión, Salvador.