FS05 - Abrazar a tu oponente
Competir va de querer a mis competidores. Respetarles y apreciarles. Mirarse a uno mismo para mejorar en lo importante: expandir tu mercado y su mercado.
¡Hola! Soy Salvador Serrano. Director de diseño y operaciones en mendesaltaren. En los últimos años he ayudado a decenas de empresas a crear sus marcas y productos digitales. Mientras tanto, hemos hecho crecer mendesaltaren hasta lo que es hoy.
En este lugar, comparto mis impresiones sobre diseño, liderazgo, personas y cultura.
Puede que tenga un punto NAIF, pero el texto de hoy viene con dosis de azúcar. Digo esto para proteger mi reputación. Me gusta dar la imagen de tipo del diseño rudo y experimentado. Pero lo que os voy a contar lo pienso de verdad.
A cierta edad llegué a pensar que no me gustaba competir. De niño no se me daba bien jugar al fútbol. De vez en cuando prefería jugar con las niñas al mate (o balón prisionero). Sé que esto debe sonar anacrónico. Pero así era. Los niños al fútbol y las niñas al mate. Yo jugué mucho al fútbol, pero también mucho al mate.
El caso es que se me daba mal. Durante una época de mi adolescencia jugué también al tenis. Mi profesor -un tipo muy divertido- llegó a preguntarme: “Salva, ¿a ti esto te gusta?”. Se me daba mal y yo lo achacaba a que no me importaba ganar o perder.
Mi falta de habilidad me hacía pensar que no tenía un gen competitivo. Era un claro caso de desmotivación por falta de habilidades. Un deporte en el que sí me esforcé verdaderamente fue en Judo. Lo practiqué durante toda mi infancia y parte de mi adolescencia. Quedé segundo en muchos campeonatos. Había un chaval en mi categoría más grande y mejor que yo. Pero siempre estaba en el podio. Tengo el cajón lleno de medallas de bronce y plata. Ninguna de oro.
Crecí con esa idea en la cabeza: no me gusta competir. Pasaron muchos años hasta que me di cuenta de que me equivocaba. Sí, soy una persona competitiva. Lo empecé a percibir cuando estudié diseño y me esforcé al máximo para conseguir el premio al mejor portfolio del curso. Lo gané. Algunos años después, en otro máster de diseño que cursé había un premio para el mejor trabajo grupal. Premio que obtuve junto a mis compañeros. En esos entornos me comportaba de manera muy competitiva y nada que no fuera la victoria me valía.
En el estudio lo somos. Queremos ganar siempre. En todos los concursos y proyectos en los que competimos. Vamos a por todas. Y, si ganamos, queremos hacer el mejor proyecto posible. No vale nada más que el sobresaliente. Queremos ganar y hacerlo a nuestra manera.
Tal y como yo lo veo, al menos, en mi negocio, competir va de querer a mis competidores. Respetarles y también apreciarles. Porque a pesar de que compitamos por proyectos de forma recurrente, ahí no reside lo importante.
Compitiendo, nos mejoramos los unos a los otros. Competir como forma de colaborar. Al hacernos mejores, ponemos el foco en donde realmente está el negocio. Dejar de mirar a tu contrincante directo y empezar a mirarte a ti mismo. Mejora tu equipo, mejora tus proyectos, mejora tu forma de operar, mejora tu comunicación, mejora la relación con tus clientes, entiéndeles mejor, mejora la percepción de la comunidad…
Esfuérzate en entender lo que te hace diferente y por qué te eligen a ti. Conoce a tu cliente, experimenta y concéntrate en aportar un valor tangible. En pulir tu pricing. En mejorar tus operaciones. En innovar. Competir mirando y copiando al resto provoca homogeneización y genera compañías con propuestas de valor similares
Esfuérzate en entender lo que te hace diferente y por qué te eligen a ti. Conoce a tu cliente, experimenta y concéntrate en aportar un valor tangible. En pulir tu pricing. En mejorar tus operaciones. En innovar. Competir mirando y copiando al resto provoca homogeneización y genera compañías con propuestas de valor similares. Lo cuenta Alex Smith en su charla TED Love your competitors - how great businesses do strategy. En cambio, mirarte a ti mismo y mejorarte propicia la diferenciación y ensancha el mercado, acercando y atrayendo a clientes nuevos.
Esto no va de repartirnos una pequeña cuota entre los 5 o 6 estudios que hacen algo parecido a nosotros. Lo interesante es expandir ese territorio. Es hacer más y mejores proyectos. Para ganar a aquellos que ofrecen diseño como una subdivisión de tecnología. Aquellos que solo venden presentaciones con ideas que nunca se ejecutarán. Aquellos que no respetan ni se preocupan del componente emocional y estético que tiene nuestra profesión. Los que promueven la ineficiencia o a los que no se enfocan en aportar verdadero valor.
La mejor competición nace de entrenar juntos y abrazarte en los vestuarios. De apoyar a empresas que respetan y creen en las cosas que nosotros respetamos y creemos. De compartir y ayudar y no en ocultar y poner trabas. Por seguir con la metáfora deportiva, que tus padres y sus padres sean amigos. No estar mirando al de al lado, no criticar al de al lado. Apreciarle, respetarle y hacer crecer nuestro mercado.
Históricamente esta profesión ha promovido el oscurantismo. Una narrativa de criticar al de al lado. No nos damos cuenta de que al mundo no le importa. Deberíamos esforzarnos más en importar y menos en pelearnos.
Históricamente esta profesión ha promovido el oscurantismo y una competencia algo tóxica. Sigue habiendo una narrativa de critica feroz en vez de colaborar y ayudarnos. No nos damos cuenta de que al resto del mundo no le importa. Deberíamos esforzarnos mucho más en eso. En importar al resto del mundo.
Competimos, pero más con quienes no ponen todo en aportar valor a los clientes. A los demás les mando un abrazo y espero verles en las competiciones. Cada vez más veces. Y siempre ocupando un lugar en el podio.
Gracias por leer Fundamentos Serrano.
Hasta aquí el fundamento de hoy. Habrá segunda parte, claro. Pero me tomará un tiempo. El camino a partir de aquí me parece más difícil de acotar. Si te ha gustado, no olvides darme un ❤️ y compartirla con quien consideres. Si tienes algún comentario, lo que sea, te invito a conectar conmigo en redes y dejarme tus impresiones.