FS02 - Sobre los silencios
Para que se desarrolle la responsabilidad que esperas de tu equipo, vas a tener que dejar de estar presente. Vas a tener que callar.
¡Hola! Soy Salvador Serrano. Director de diseño y operaciones en mendesaltaren. En los últimos años he ayudado a decenas de empresas a crear sus marcas y productos digitales. Mientras tanto, hemos hecho crecer mendesaltaren hasta lo que es hoy.
En este lugar, comparto mis impresiones sobre diseño, liderazgo, personas y cultura.
Hace tiempo que tomé la decisión de delegar todo lo que puedo. Delegar parte de tu trabajo es realmente liberador. No sólo por el beneficio directo -más tiempo para abordar otras tareas, como por ejemplo, escribir- sino por el espacio mental y el ancho de banda emocional que recuperas en el proceso.
Todavía me sigue sorprendiendo el valor social que se le da a estar muy ocupado. Es fácil observar en redes y conversaciones laborales cómo tener una bandeja de entrada a reventar o no ser capaz de lidiar con el volumen de trabajo del día a día se percibe como algo positivo. Opino justo lo contrario. Como manager, intento alejarme de la falsa sensación de productividad asociada a la microgestión. Es entonces cuando entro en un terreno mucho más interesante. Ganar tiempo para poder pensar. Y es ahí donde el reto se vuelve mayor. Ya no es una bandeja de entrada la que dicta tu rutina. Eres tú mismo y la capacidad que tengas para hacer buen uso de ese tiempo.
En mi cabeza, liderar a un grupo de personas se parece a pilotar una embarcación. Dictas un rumbo, pero hay multitud de factores que harán que te alejes de la ruta que pretendes. La propia deriva, influencias y vientos, errores o interpretaciones diversas. Tratas en todo momento de mover las piezas para que la marcha del navío se parezca lo más posible a la ruta que esperas seguir pero nunca la sigues exactamente igual.
En ese proceso de delegar he encontrado algunos hallazgos sorprendentes. Uno de ellos tiene que ver con el citado sentimiento de improductividad. Mi trabajo es mucho menos medible en términos de output. Si la empresa va bien, supongo que el trabajo estará bien. Pero es difícil de decir. En cualquier caso, como mencionaba anteriormente, extrañas la pequeña dosis de dopamina que se libera al marcar una tarea como “Done”.
Otro de esos hallazgos tiene que ver con el impacto de tus palabras o tu sola presencia sobre el equipo y sus dinámicas.
Una de las capacidades principales del liderazgo tiene que ver con la facultad de desbloquear situaciones. Alinear a las personas en torno a una determinado reto. Saber cuándo parar, cuándo mover, cuándo dejar ir y tratar de resolver bloqueos para mejorar el resultado en su conjunto.
Es precisamente en esos momentos donde he notado mis efectos en la dinámica social del grupo. Cuando dejé de tomar decisiones que siempre pasaban por mí, empezaron a producirse unos extraños silencios. Silencios tremendamente incómodos. Silencios realmente inoperantes. Un esguince mental grupal. Como si de repente una máquina que parecía bien engrasada perdiera su capacidad motriz. Silencios que se hacían doblemente gélidos y doblemente largos al tratarse de sesiones en remoto.
Os lo ilustro con un ejemplo. Durante mucho tiempo he sido el responsable de asignar proyectos a personas. Todos los lunes, tenemos una reunión de equipo donde organizamos la semana, y donde suele haber tareas que quedan sueltas. En esa reunión era yo quien tomaba la decisión última de quién hace qué. Hace más o menos un año empecé a dar un paso atrás en cuanto a la toma de decisiones. En un primer momento, el cambio generó confusión. Al perder la referencia, el grupo entraba en modo esguince. Preguntas y solicitudes que quedaban sin respuesta.
Debo confesar que en ocasiones llegué a sentirme frustrado. No entendía por qué cuando trataba de darle más voz al grupo, la mayoría callaba. Poco a poco fui entendiendo que no sabían hacia quién iba la pregunta. Se producía algo parecido al efecto espectador o difusión de la responsabilidad. Esta teoría asegura que las personas somos menos propensas a prestar ayuda en presencia de un grupo de individuos. Está relacionado con la sensación de responsabilidad y la dilución de la misma entre los miembros de un grupo. Cuanto mayor es el número de personas, menor es la sensación de responsabilidad individual.
A pesar de todo poco a poco pude observar cómo de forma natural brotaban nuevas formas de liderazgo en el grupo. Después de algunos de los silencios más incómodos, largos y penosos que he visto, siempre se alzaba alguna voz que se ofrecía a ayudar.
Toma conciencia del rol que ocupas en tu equipo y del poder coercitivo que como mánager en realidad tienes. Para que se desarrolle la responsabilidad que esperas de tu equipo, vas a tener que dejar de estar presente. Vas a tener que dejar que sucedan los silencios para que el liderazgo aflore.
Con el tiempo, dejé de estar presente en algunas de estas sesiones. Pude ver cómo mi ausencia traía de vuelta la operatividad. Después de estas sesiones, se me reportaba el resultado y cumplía perfectamente con lo que se esperaba. Incluso alguna vez me he colado en alguna llamada “sin que se note” y he podido observar el fluir natural de la toma de decisiones.
Pero, de nuevo, al estar presente, ese terrible silencio. El grupo esperando que digas algo. Mi influencia en la dinámica.
Con el tiempo tuve un par de conversaciones reveladoras. Mi forma de influir en las personas no les dejaban la autonomía que esperaban. No estaban asumiendo la responsabilidad completa de sus nuevas tareas por la forma en la que yo intervenía en sus decisiones. Cuestionando, corrigiendo, llevándolo a mi terreno.
¿Y a qué viene todo esto? A tomar conciencia del rol que ocupas en tu equipo. De la jerarquía que existe y el poder coercitivo que como mánager en realidad tienes. Del peso que tienen tus palabras y acciones en el grupo. Y de que, para que se desarrolle la responsabilidad que esperas de tu equipo, vas a tener que dejar de estar presente. Vas a tener que callarte tú. Dejar que reine el silencio para que aflore el liderazgo. Y, sobre todo, respetarlo.
Gracias por leer Fundamentos Serrano.
Hasta aquí el fundamento de hoy. Habrá segunda parte, claro. Pero me tomará un tiempo. El camino a partir de aquí me parece más difícil de acotar. Si te ha gustado, no olvides darme un ❤️ y compartirla con quien consideres. Si tienes algún comentario, lo que sea, te invito a conectar conmigo en redes y dejarme tus impresiones.